martes, 20 de junio de 2017

La capacidad de leer el dolor. El don de escuchar...

“La capacidad de leer el dolor, el don de escuchar, la virtud de no ser indiferente son el corazón del arte de la Medicina”.
Dr. Arnoldo Krauss. Profesor de la facultad de Medicina, UNAM. Miembro del Colegio de Bioética 

Días pasados, un compañero me comentó que al ir a estrechar la mano a los pacientes antes de comenzar la consulta, éstos le entregaban la documentación que llevaban en ese momento en su poder. Se sorprendían cuando mi compañero sencillamente los recibía calurosamente. —Doctor, es el primer médico que me saluda estrechándome la mano y mirándome a la cara— le había comentado el último de ellos.


Esta anécdota me llevó a reflexionar acerca del comportamiento ante la enfermedad y ante los pacientes que actualmente se está generalizando en las consultas.
El término Medicina proviene del latín Medicina y se refiere al conjunto de conocimientos y técnicas aplicados a la predicción, prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades humanas y, en su caso, a la rehabilitación de las secuelas que puedan producir. 
La definición de la Real Academia Española de la Lengua conceptúa el término en el ámbito científico. Sin embargo, la Medicina es también un “Arte” y, como tal, la generalidad de la Enfermedad  se vincula a la particularidad del ser humano como Enfermo. 
El diagnóstico se establece como elemento clave en el desarrollo de este Arte y al diagnóstico de la enfermedad se debe llegar desde el conocimiento de cómo la misma afecta a un paciente concreto.
Tanto Hipócrates como Galeno, dos de los padres de la Medicina establecieron la necesidad de llegar al diagnóstico preciso a través de las sensaciones transmitidas por el paciente y de las impresiones recogidas mediante la observación escrupulosa de todos elementos que conforman a la persona.
La concepción diagnóstica de ambos establece el valor del individuo y se aproxima a la idea de que "más importante que la enfermedad, es el enfermo".


En las últimas décadas, el desarrollo tecnológico ha permitido el avance en los métodos diagnósticos y la necesidad de registrar todos y cada uno de los elementos que se trabajan con un paciente ha provocado que los sistemas de información y de recogida de datos jueguen un papel significativo en la relación médico paciente. 
Todo lo anterior, que a priori resulta fundamental para conseguir la recuperación de un enfermo ha generado, sin embargo, que la comunicación tan importante para que la orientación diagnóstica sea adecuada, haya pasado a un segundo plano.
En numerosas ocasiones el paciente percibe que el médico no mantiene contacto visual mientras habla del motivo de la consulta; otras veces, que no le palpa y explora. Asimismo, una batería de pruebas y estudios, ante la simple sospecha de una enfermedad, suele sustituir a una buena anamnesis.
Por otra parte, el tiempo reducido de que se dispone en las consultas habitualmente, parece justificar una relación con el enfermo, menos empática.



Sin dejar de lado todas y cada una de las ventajas que supone el avance y desarrollo científico, la importancia de acercarse al paciente en cuerpo y alma obliga a desarrollar una comunicación directa, fluida y cargada de elementos que permita aguzar el "ojo clínico" característico de este Arte. Asimismo, el que el enfermo sienta a su médico cercano y comprensivo, le dispone de herramientas vitales para la mejor curación.
Está suficientemente contrastado que el lenguaje corporal nos aporta elementos clave de lo que una persona siente en su fuero interno. Si no se observa cuidadosamente, se pierde el grueso de la información que puede resultar vital para llegar a un diagnóstico concreto. Asimismo, la confianza del paciente, elemento fundamental, también resultará mermada. Si no se escucha y no se palpa, las sensaciones a las que se refería Galeno, difícilmente se perciben. Si se desvía la mirada de los ojos y del cuerpo, y se dirige exclusivamente a los datos y a las imágenes, la esencia del Arte de la Medicina se desvanece. 
La observación, en sí misma, también puede llegar a considerarse un Arte. En los últimos años, se ha avanzado mucho en el estudio del lenguaje corporal y algunas disciplinas que analizan los gestos y movimientos de los individuos ayudan a conocerlos mejor y a llegar incluso hasta sus pensamientos.
La Sinergología®, disciplina que analiza el lenguaje del cuerpo que tiene lugar de manera no plenamente consciente, permite una mejor aproximación a lo que realmente está sintiendo y/o pensando y mejorar, con ello, la comunicación.
Para que esta disciplina resulte efectiva, se debe observar y escuchar siempre sin establecer  prejuicios y aplicar una gran dosis de empatía, 
La lectura del rostro desde la perspectiva sinergológica permite detectar signos de estrés físico y distinguirlo del emocional, mediante la regla hemisférica. El lado izquierdo del rostro, controlado por el lado derecho del cerebro, se contrae ante un estrés emocional mientras que el derecho lo hace cuando el estrés físico y el cansancio hacen mella en la persona. Las respuestas a preguntas llevadas a cabo durante la anamnesis, con la correcta observación, aportarán información acerca de la veracidad de las mismas así como de pensamientos inhibidos que pueden resultar fundamentales para la diagnosis y el posterior tratamiento.

Por otra parte, el análisis de la estatua (término utilizado que hace referencia a la figura corporal completa), permite la valoración de los estados de ánimo impresos en el organismo y que se relacionan con las vivencias del paciente. En la actitud interior se observan los estados de ánimo expresados por lo que la información que transmite está relacionada con lo que el paciente está padeciendo en ese momento. Asimismo, los micromovimientos o gestos específicos se relacionan con los estados de ánimo reprimidos por lo que un simple autocontacto en una zona del rostro o del cuerpo, en el contexto de una actitud interior determinada, podrá transmitir información fidedigna de circunstancias concretas que el propio paciente no sabe o no desea compartir.
La comunicación es un elemento clave en la convivencia de los seres humanos y llevada al ámbito de la relación médico-paciente se incrementa el valor de los lazos que origina. 
El médico debe seguir siendo el profesional al que un paciente se entregue en cuerpo y alma para conseguir sanar su enfermedad. Esta entrega sólo se realiza en un contexto de confianza y esta confianza sólo es posible si se genera una comunicación sincera y transparente. ¿Realmente creemos que es posible esta comunicación sincera sin el contacto físico y el visual?
La confianza hacia su médico, por parte de un paciente, será completa cuando éste compruebe que su médico realmente le trata como un ser humano que padece una enfermedad y no sólo como un medio para llegar a diagnosticarla.

“El arte de la Medicina consiste en entretener al paciente mientras la naturaleza cura la enfermedad”.
Voltaire

Cristina Jiménez García
Licenciada en Medicina
Sinergóloga
Morfosicóloga
Coach

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