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El mono más espabilado y rápido enseguida se aventuró a subir para hacerse con el botín. En ese instante, rociaron al resto de los monos, que estaban abajo, con un chorro de agua helada.
Al cabo de poco tiempo, los monos dedujeron que cada vez que uno de ellos subía, los que quedaban abajo recibían el castigo del agua helada. Como resultado del aprendizaje, cada vez que alguno de los monos volvía a intentar subir, el resto se lanzaba sobre él y le daba una paliza. Con el tiempo, ninguno de los monos volvió a atreverse a pesar del delicioso manjar que aguardaba al final de la escalera.
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Un segundo mono fue entonces sustituido y ocurrió exactamente lo mismo. En esta ocasión, el primer sustituto se apuntó con entusiasmo a propinarle la paliza al novato.
Los científicos fueron cambiando uno a uno a los monos hasta que no quedó ninguno de los originales. Cinco monos que habían cejado en su empeño de subir a por los plátanos, y que además golpearían al que se atreviese a ir a por ellos, a pesar de no haber recibido jamás el chorro de agua.
El psicólogo alemán Martin Seligman acuñó el término de indefensión aprendida para explicar que, bajo determinadas circunstancias, los seres humanos aceptamos el sufrimiento y el dolor sin oponernos a él.
Y no sólo podemos hablar de sufrimiento. Los seres humanos tenemos tendencia a mimetizar comportamientos y muchas veces, sin explicación alguna, justificamos lo que hacemos con un sencillo "siempre se ha hecho así..."
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Si discrepas y eres capaz de aplicar el sentido común, algo de conocimiento y creatividad, puedes quedar marginado dentro de un grupo por lo que en muchas ocasiones cedemos y nos adaptamos a las circunstancias.
Si realmente queremos ser libres, debemos aprender a mostrar nuestro punto de vista respetando a nuestro interlocutor, desde una perspectiva constructiva y sin juicios de valor. Aceptar al mismo tiempo las diferentes opiniones y aprender incluso de ellas. Podemos mantener nuestro criterio añadiéndole valor pero, sobre todo, seremos consecuentes y responsables de todas nuestras decisiones.
No te dejes llevar por la marea. Aprende a nadar y luego elige si quieres ir a favor o en contra de la corriente. Lo importante será que tú eliges.
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