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Esta anécdota es fiel reflejo de muchos fallos en nuestra comunicación con los demás. Estamos habitualmente convencidos de que nuestro interlocutor interpreta exactamente igual que nosotros la información. Sin embargo, hemos de ser conscientes de que nuestro mapa mental, en el que se incluyen experiencias, valores, creencias, etc, que nos son propios, no es el mismo que el suyo.
Tenemos tendencia a juzgar e interpretar y damos por hecho que lo que decimos está perfectamente claro para los demás porque lo está para nosotros mismos y lo que ellos nos dicen tendrá siempre el significado que nosotros le queramos dar.
¿Cuántas relaciones de pareja o de amistad se rompen por cuestiones relacionadas con este tipo de fallos en la comunicación? Os garantizo que muchas.
1. Cuando algo te incomode en una conversación, házselo saber a tu interlocutor. Si te sientes mal te desconectas del resto de la conversación y tu mente empieza a imaginarse cosas, seguramente erróneas.
2. Pide que te aclare aquello que creas que no has entendido correctamente. No te quedes con dudas y, mucho menos, intérpretes gratuitamente. Muchas veces la información presenta omisiones, generalizaciones o distorsiones por lo que al preguntar y pedir concreción, muchas cosas quedarán completamente aclaradas.
Por ejemplo: nos podemos sentir incómodos porque un amigo nos dice que no va a asistir a una fiesta que nos hace mucha ilusión compartir con él. Tenemos dos opciones:
A. Sentirnos mal, pensar que no le apetece estar con nosotros y que probablemente no sea tan amigo como creíamos. Esa circunstancia, con total seguridad, nos apartará de esta persona.
B. Comentarle cómo nos sentimos; expresarle cuánto habría significado el que nos acompañara y, sobe todo, preguntarle si tiene algún asunto en el que podamos ayudarlo. De esta manera, conocerá nuestros sentimientos, apreciará seguramente nuestra preocupación y nos permitirá compartir lo que le lleva a ausentarse de esa fiesta o, incluso, cambiar su decisión.
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Por lo tanto, será fundamental:
1. Estar presentes y atentos.
2. Expresar nuestros sentimientos.
3. No dar nada por sentado.
4. Verificar que la comunicación está siendo clara para ambos.
5. Preguntar antes que presuponer y juzgar.
El sentido de nuestra comunicación no es otro que la respuesta que obtenemos. La responsabilidad de la comunicación nos incumbe a nosotros. Si queremos convencer a alguien de que haga una cosa y él hace otra diferente, el fallo de la comunicación es nuestro, que no habremos acertado en la manera de hacer llegar nuestro mensaje.
"Para comunicar con eficacia hay que comprender que todos somos diferentes en cuanto a nuestro modo de percibir el mundo y utilizar esa comprensión como guía de nuestra comunicación con los demás" Anthony Robbins
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