domingo, 5 de octubre de 2014

¿A cuántos plátanos vas a renunciar?

En 1967 un equipo de científicos liderado por Stenphenson realizo el siguiente experimento: encerraron a cinco monos en una jaula en cuyo centro situaron una escalera con unos apetitosos plátanos en lo más alto.

El mono más espabilado y rápido enseguida se aventuró a subir para hacerse con el botín. En ese instante, rociaron al resto de los monos, que estaban abajo, con un chorro de agua helada.

Al cabo de poco tiempo, los monos dedujeron que cada vez que uno de ellos subía, los que quedaban abajo recibían el castigo del agua helada. Como resultado del aprendizaje, cada vez que alguno de los monos volvía a intentar subir, el resto se lanzaba sobre él y le daba una paliza. Con el tiempo, ninguno de los monos volvió a atreverse a pesar del delicioso manjar que aguardaba al final de la escalera.

En ese momento, los científicos cambiaron a uno de los monos y, como era de esperar, realizó un intento de subir la escalera pero fue frenado por el resto al recibir la consecuente paliza. Después de intentarlo en varias ocasiones, desistió definitivamente pese a que nunca entendió el porqué de tantos golpes.

Un segundo mono fue entonces sustituido y ocurrió exactamente lo mismo. En esta ocasión, el primer sustituto se apuntó con entusiasmo a propinarle la paliza al novato.

Los científicos fueron cambiando uno a uno a los monos hasta que no quedó ninguno de los originales. Cinco monos que habían cejado en su empeño de subir a por los plátanos, y que además golpearían al que se atreviese a ir a por ellos, a pesar de no haber recibido jamás el chorro de agua.

El psicólogo alemán Martin Seligman acuñó el término de indefensión aprendida para explicar que, bajo determinadas circunstancias, los seres humanos aceptamos el sufrimiento y el dolor sin oponernos a él.

Y no sólo podemos hablar de sufrimiento. Los seres humanos tenemos tendencia a mimetizar comportamientos y muchas veces, sin explicación alguna, justificamos lo que hacemos con un sencillo "siempre se ha hecho así..."

Este tipo de comportamientos es tan habitual que es el responsable de muchas de las movilizaciones de masas, captaciones sectarias, etc. Es más fácil que los demás piensen y decidan por nosotros y, si lo hace la mayoría, nosotros también. Muchas veces no sabemos porqué, pero "debe ser así si tanta gente opina igual"

Si discrepas y eres capaz de aplicar el sentido común, algo de conocimiento y creatividad, puedes quedar marginado dentro de un grupo por lo que en muchas ocasiones cedemos y nos adaptamos a las circunstancias.

Si realmente queremos ser libres, debemos aprender a mostrar nuestro punto de vista respetando a nuestro interlocutor, desde una perspectiva constructiva y sin juicios de valor. Aceptar al mismo tiempo las diferentes opiniones y aprender incluso de ellas. Podemos mantener nuestro criterio añadiéndole valor pero, sobre todo, seremos consecuentes y responsables de todas nuestras decisiones.

No te dejes llevar por la marea. Aprende a nadar y luego elige si quieres ir a favor o en contra de la corriente. Lo importante será que tú eliges.






domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Has probado a salir de la caverna?

A lo mejor cuando leas esta pregunta no sabes a lo que me refiero y, por tanto,  qué contestar. Pero si reflexionas un momento, seguro que eres capaz de intuirlo.

La metáfora de la caverna fue utilizada por el gran filosofo Platón y nos muestra cómo es de limitada nuestra vida cuando no observamos más allá de lo que alcanza nuestra mirada; cuando somos incapaces de intuir otras perspectivas y, por tanto, nos convencemos erróneamente de que la realidad es tal cual la vemos exclusivamente nosotros.

Cuando nos mantenemos en la "caverna", nuestra capacidad de aprender y de crecer no se desarrolla y nos convertimos en personas con grandes dosis de intolerancia, incomunicación, prejuicios y con ello, en seres propensos a la agresividad y la ignorancia.

Salir de la caverna implica generosidad y comprensión al estar dispuestos a escuchar puntos de vista diferentes a los nuestros, reflexionar acerca de ellos y aprender. Con este aprendizaje, al igual que con cualquier otro, crecemos como personas, nos abrimos al mundo y nos convertimos en individuos atractivos y referentes. Si queremos entender el porqué de las cosas que ocurren, debemos aprender a mirar con los ojos de los demás, ponernos en su piel, vivir sus circunstancias. Si así lo hacemos, un mundo mágico se presenta ante nosotros.

Si prefieres quedarte en la caverna, si prefieres creer que la realidad es solo lo que tú ves y lo que tú vives, te perderás la esencia de la vida y tal y como les ocurrió a los personajes de Platón que eligieron no escuchar al único que había tenido el coraje de probar y salir, seguirás convencido de que no hay nada más allá.

El viaje más hermoso no es tanto aquel que te permite conocer lugares diferentes como el que te permite conocer el mismo lugar a través de miles de miradas diferentes.


"La Alegoría de la caverna"       









Si las puertas de la percepción se depurasen,
todo aparecería ante nosotros como realmente es:
infinito. Pues el ser humano se ha encerrado 
en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de 
las estrechas rendijas de su caverna.

William Blake.
Las bodas del cielo y del infierno.





martes, 8 de julio de 2014

No permitas que roben tus sueños

Había una joven que sentía pasión por la danza y practicaba sin cesar, soñando con que un día se convertiría  en una gran profesional. Cada día anhelaba tener la oportunidad de mostrar su habilidad ante alguien que pudiera cambiar su destino. Un día se entero de que el joven director del prestigioso ballet de un país con larga tradición en este arte se encontraba en su ciudad, en busca de nuevos talentos. La joven se apuntó con enorme ilusión a las pruebas que se ofrecían. Llegado el momento, se puso sus zapatillas y, llena de entusiasmo, mostró delante de él todo aquello de lo que era capaz.
Cuando las pruebas acabaron y convencida de su éxito, esperó el resultado ansiosamente. Sorprendentemente, fue el propio director el que se dirigió a ella, lo cual la hizo sentirse más confiada aún. Sin embargo, tras decirle éste que lo sentía puesto que no veía en ella ningún talento para la danza, se alejó llorando y tiró sus zapatillas al cubo de la basura de camino a casa.
Los años pasaron y aquella chica, ya convertida en mujer, aceptó un trabajo sencillo para poder vivir. Se casó y tuvo dos hijos. Nunca más volvió a bailar.
Un día leyó en el periódico que el ballet dirigido por aquel prestigioso director actuaba en su ciudad. Consiguió entradas y nuevamente se emocionó con la belleza y la elegancia con la que se movían las bailarinas. Al finalizar la función, consiguió acercarse al director para saludarlo.
–Buenas noches, usted no se acordará de mí, pero hace muchos años usted estuvo por aquí en busca de talentos.
–Sí, me acuerdo perfectamente– contestó el director.
–Yo quería ser una gran bailarina, pero renuncié a mi sueño porque usted me dijo que no tenía talento.
–Sí, eso se lo digo a todos.
–¡Cómo que se lo dice a todos! Yo renuncié a mi carrera de bailarina porque creí lo que me decía.
–Naturalmente –replicó el director–, la experiencia me dice que al final los que triunfan son los que dan más valor  a lo que ellos creen de sí mismos que a lo que otros creen de ellos.


Esta pequeña historia se repite en demasiadas ocasiones. Somos más receptivos a lo que nos llega desde el exterior que a lo que llevamos dentro de nosotros. Nuestros sueños se frustran por miedo al fracaso ya que el fracaso lo vinculamos a la ausencia de valor que para los demás pueda tener nuestro trabajo. 

Si creemos en algo; si sentimos pasión con lo que hacemos; si para nosotros es verdaderamente importante, lo que nos digan los demás sólo debe servirnos para seguir luchando. Si recibimos críticas, podemos sacar de ellas todo aquello que nos permita mejorar.

Recuerda que para ser el mejor, siempre hay que saltar obstáculos. El que se rinde ante la presencia del primero, jamás conseguirá algo importante. Al final, lo realmente valioso es que seas tú el que se sienta orgulloso y satisfecho con el resultado.

Por tanto, no te rindas y asume riesgos. Sobre todo, si crees en ti, no dejes que nadie robe tus sueños.


 Vídeo para motivarte (Haz click aquí)




sábado, 7 de junio de 2014

5 claves para ser comprendidos. Comunicación efectiva

Un buen amigo me contó hace una semana una anécdota con un niño de siete años, jugador de un equipo de fútbol infantil que él entrena. En un momento del partido, se dirigió a este niño, que era el que sacaba de banda habitualmente y le indicó que lo hiciera hacia la "banda" en un intento de evitar la concentración de jugadores en el centro del campo. Sin embargo, el niño lanzó el saque siguiente nuevamente hacia el centro del campo. Interpretando mi amigo que el chico no había entendido sus indicaciones, se las volvió a repetir. Si bien asintió, volvió nuevamente a sacar hacia donde se acumulaban todos los jugadores. No cejó en el intento y volvió a repetirle la indicación y éste, nuevamente, lanzó el balón hacia el mismo lugar. El entrenador, nervioso y desesperado, llamó al niño y lo sacó del campo. A modo de reprimenda, le comentó que no hacía caso de las indicaciones y que eso le costaría no volver al campo si seguía con esa actitud. ¿Acaso no me has oído? ¿Acaso no me entiendes cuando te hablo? El chico, con lágrimas en los ojos, lo miraba extrañado y con la cabeza baja afirmaba y balbuceaba que sí le había entendido. Estaba claro, sin embargo, que algo estaba fallando. Es ese momento, a mi amigo se le ocurrió preguntarle: ¿qué es para ti la banda? El chico, que ya lloraba amargamente, le contestó: —Mis compañeros, el grupo...

Esta anécdota es fiel reflejo de muchos fallos en nuestra comunicación con los demás. Estamos habitualmente convencidos de que nuestro interlocutor interpreta exactamente igual que nosotros la información. Sin embargo, hemos de ser conscientes de que nuestro mapa mental, en el que se incluyen experiencias, valores, creencias, etc, que nos son propios, no es el mismo que el suyo.

Tenemos tendencia a juzgar e interpretar y damos por hecho que lo que decimos está perfectamente claro para los demás porque lo está para nosotros mismos y lo que ellos nos dicen tendrá siempre el significado que nosotros le queramos dar.

¿Cuántas relaciones de pareja o de amistad se rompen por cuestiones relacionadas con este tipo de fallos en la comunicación? Os garantizo que muchas.

Para minimizar estos problemas, mejorar nuestras relaciones y sentirnos mucho más a gusto con los demás, existen muchas fórmulas en el ámbito de la comunicación. Yo, aquí, os voy a dejar algunos consejos prácticos que pueden contribuir eficazmente.

1. Cuando algo te incomode en una conversación, házselo saber a tu interlocutor. Si te sientes mal te desconectas del resto de la conversación y tu mente empieza a imaginarse cosas, seguramente erróneas.

2. Pide que te aclare aquello que creas que no has entendido correctamente. No te quedes con dudas y, mucho menos, intérpretes gratuitamente. Muchas veces la información presenta omisiones, generalizaciones o distorsiones por lo que al preguntar y pedir concreción, muchas cosas quedarán completamente aclaradas.

Por ejemplo: nos podemos sentir incómodos porque un amigo nos dice que no va a asistir a una fiesta que nos hace mucha ilusión compartir con él. Tenemos dos opciones:

A. Sentirnos mal, pensar que no le apetece estar con nosotros y que probablemente no sea tan amigo como creíamos. Esa circunstancia, con total seguridad, nos apartará de esta persona.

B. Comentarle cómo nos sentimos; expresarle cuánto habría significado el que nos acompañara y, sobe todo, preguntarle si tiene algún asunto en el que podamos ayudarlo. De esta manera, conocerá nuestros sentimientos, apreciará seguramente nuestra preocupación y nos permitirá compartir lo que le lleva a ausentarse de esa fiesta o, incluso, cambiar su decisión.

3. Debemos mantenernos atentos a la fisiología y/o tono de voz de nuestro interlocutor ya que la información que esto nos da es fundamental para la buena comunicación. Aunque no sepamos nada de lenguaje no verbal, si prestamos atención y estamos realmente presentes en nuestros procesos de comunicación, podremos intuir aquellos aspectos que estén generando un cierre y esto nos permitirá, a través de las acciones anteriores, volver a abrir los puentes de comunicación.

Por lo tanto, será fundamental:

1. Estar presentes y atentos.
2. Expresar nuestros sentimientos.
3. No dar nada por sentado.
4. Verificar que la comunicación está siendo clara para ambos.
5. Preguntar antes que presuponer y juzgar.

El sentido de nuestra comunicación no es otro que la respuesta que obtenemos. La responsabilidad de la comunicación nos incumbe a nosotros. Si queremos convencer a alguien de que haga una cosa y él hace otra diferente, el fallo de la comunicación es nuestro, que no habremos acertado en la manera de hacer llegar nuestro mensaje.

"Para comunicar con eficacia hay que comprender que todos somos diferentes en cuanto a nuestro modo de percibir el mundo y utilizar esa comprensión como guía de nuestra comunicación con los demás" Anthony Robbins







domingo, 11 de mayo de 2014

La competición de los leñadores. Una lección para una vida efectiva

Hubo una vez un pueblo en el que cada año se celebraba un concurso entre los dos leñadores más fuertes del lugar. Los vecinos se concentraban en una zona muy poblada del bosque y repartían sus simpatías entre uno y otro e incluso, hacían sus apuestas. Ese día no sólo se dirimía el vencedor que durante el año siguiente sería continuamente agasajado por todos sino que, además, se conseguiría  acumular la leña necesaria para que todo el pueblo soportara el duro y frío invierno que estaba por llegar. 

 Jonàs, cuya fortaleza y corpulencia había conseguido amedrentar a cualquier otro contrincante, hacía ya dos años que asumía el papel de ganador sin tener que competir. El resto de leñadores se sentían incapaces ante la destreza y rapidez con la que abordaba su tarea.

Rodrigo, por su parte, había llegado al pueblo hacía escasamente un mes y por su estructura corporal fibrosa pero nada musculada, nadie podía imaginar que algún día pudiera retar a Jonás.

La noticia de un nuevo concurso, tras dos años de sequía, había llegado hasta los pueblos vecinos de modo que se convirtió en el evento más importante del lugar.  Lucía el sol y el calor imprevisto para un día de mediados del mes de octubre, hacía prever un espectáculo apasionante.

Ambos debían permanecer durante ocho largas horas y el vencedor sería aquel que consiguiera talar un mayor número de árboles. Se pusieron manos a la obra a las diez de la mañana.

Desde el primer momento, Jonás empleó su destreza y su fuerza de tal manera que los apostantes enseguida se decantaron por él. Rodrigo, por su parte, mantenía un ritmo mucho más pausado. Éste, además, sorprendió a todos cuando, transcurrida la primera hora de competición, dejó de talar, extrajo de una pequeña mochila que portaba un afilador y, mientras Jonás incrementaba el ritmo de hachazos al ver la pausa de su contrincante, él se dedicaba a afilar la sierra.

Curiosamente, esa misma operación se repitió en la segunda hora y así sucesivamente cada hora que transcurría. 

A las dos de la tarde, el sol y el calor se habían convertido en compañeros incómodos y Jonás empezó a mostrar signos de agotamiento. Jamás, en ocasiones anteriores, había tenido la oportunidad de incrementar el ritmo ante lo que consideraba dejadez de su oponente. Rodrigo, sin embargo, mantenía el mismo desde el inicio de la jornada y en ningún momento dejó de realizar sus pequeños descansos que le permitían afilar la sierra.

Todos los allí presentes contemplaban como, poco a poco, el montón de leña cortada por Rodrigo iba alcanzando el tamaño de la de Jonás y éste, al percatarse igualmente de tal circunstancia, realizó un esfuerzo aún mayor con el afán de no perder la delantera.

Las últimas dos horas de competición mostraban a un Rodrigo que, a pesar del calor y del tiempo transcurrido, parecía encontrarse en las mismas condiciones que al inicio. Jonás, sin embargo, sentía flaquear sus piernas, empezaba a ver borroso y, su respiración agitada hizo temer a todos lo peor.

Por su parte, el montón de leña cortada por Rodrigo ya sobrepasaba al de Jonás y cuando llegó el momento final y el vencedor levantaba su trofeo, todos pudieron comprobar que no sólo el aspirante había conseguido un mayor número de troncos de leña sino que, además, el tamaño y el corte de los mismos era mucho más uniforme.

A partir de ese día, todos aprendieron que el trabajo de calidad realmente se conseguía "afilando la sierra".

Esta pequeña historia no es más que una metáfora de nuestra vida. "Afilar la sierra" significa mantener un equilibrio. Significa renovarnos en cada una de las parcelas que forman nuestro ser: mental, físico, emocional y espiritual.

Para conseguirlo, es importante que reflexiones acerca de lo que haces en tu día a día y que te plantees acciones que te ayuden a una renovación contínua.

Te relaciono algunas ideas:

1. Con el ejercicio físico y periódico y una dieta sana, equilibras tu parcela física.
2. Con la lectura y el aprendizaje de cosas nuevas y que te apasionen, equilibras tu parcela mental.
3. La relación sana con familia, amigos y el tiempo que dedicas a cultivar estas relaciones, te permiten equilibrar tu parcela emocional.
4. La participación en actos benéficos o con la contribución a la sociedad de manera altruista, cultiva tu parcela espiritual.

Estos no son más que ejemplos que puedes asumir como propios pero existen multitud de otras actividades que te permitirán llevar una vida más sana y, evidentemente, mucho más efectiva.

¿A qué esperas para "afilar la sierra"?








lunes, 21 de abril de 2014

Adora Svitak. Lo que los adultos pueden aprender de los niños

Hace un par de días, cuando regresaba de mis vacaciones de Semana Santa, un niño de unos 8 años nos sorprendió cuando nuestro avión acababa de aterrizar y nos dirigíamos a la salida. Recorrió el pasillo esquivando a los pasajeros y le preguntó a la auxiliar de vuelo si podía pasar a la cabina ya que deseaba saludar al comandante y hacerle algunas preguntas. Mientras esperaba paciente y serio el regreso de la auxiliar, por supuesto con la respuesta afirmativa del comandante  comentamos, entre sonrisas, el atrevimiento espontáneo de un niño ante una acción que a más de uno nos hubiera gustado tener el coraje de realizar alguna vez.

Este es sólo un ejemplo de lo que realmente podemos aprender de los niños. A medida que vamos creciendo, incorporamos temores, sentido del ridículo, programación estandarizada, cánones preestablecidos, etc, que limitan muchísimo nuestras vidas. Perdemos creatividad y espontaneidad y con ello, perdemos algo mucho más importante que es la verdadera pasión por la vida.

Hoy quiero compartir con vosotros este vídeo en el que una niña, Adora Svitak, nos da una verdadera lección. Espero que os guste. 




http://www.ted.com/talks/lang/es/adora_svitak


miércoles, 16 de abril de 2014

Hablar en público: El Miedo de los Miedos

"No es valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo".

Esta frase de Nelson Mandela me reafirma en que todo aquel que teme la idea de enfrentarse a un público y hablar ante él y que se pone como reto personal el superarlo, es un auténtico valiente. Sin embargo, es cierto que es necesario conocer y manejar algunas herramientas y estrategias para que este heroico propósito se convierta en una realidad.

El miedo a hablar en público, conocido como glosofobia (gloso-lengua; fobia-temor), es considerado uno de los más frecuentes entre la población en general superando, incluso, al miedo a la muerte. Esto se debe probablemente a que en el miedo a la muerte es el temor a lo desconocido lo que condiciona a la persona. En la glosofobia, además, se añaden el temor a hacer el ridículo y a quedarse bloqueado.

Cuando el "valiente" ha decidido, por tanto, enfrentarse al miedo, necesita conocer cuales son las sensaciones más habituales que tienen lugar en su cuerpo y en su mente y convencerse de que si conoce los motivos por los que se producen, así como unas cuantas estrategias para poner en marcha, logrará su propósito.

Empecemos pues. Hablaré inicialmente de los diferentes miedos y luego haré mención de estrategias prácticas para vencerlos. Es importante que no te saltes esta parte ya que si conoces el porqué actúa nuestro organismo de la manera que lo hace, será más fácil que las estrategias posteriores funcionen.

MIEDO A QUEDAR BLOQUEADO

Nuestro cerebro es el que domina y maneja nuestro cuerpo. Cuando nos convencemos de que nos vamos a bloquear se genera lo que se conoce como ansiedad anticipatoria. Empezamos a experimentar, con antelación, los mismos síntomas físicos que tememos. El miedo coloca a nuestro cerebro en modo "supervivencia" y empieza a producirse un torrente hormonal en nuestro organismo que nos prepara para la huída. El riego sanguíneo se distribuye por los miembros para esta circunstancia. El cortex cerebral, donde se llevan a cabo los mecanismos complejos relacionados con la memoria, la creatividad y el razonamiento entre otros, deja de recibir este flujo sanguíneo; se incrementa el pulso y la frecuencia respiratoria; se produce exceso de sudoración y temblores y nuestra piel palidece. En definitiva, nuestro miedo a bloquearnos es lo que realmente nos bloquea.

MIEDO A HACER EL RIDÍCULO
"El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son". Tito Livio.

El ridículo es una percepción que está relacionada con aspectos como la autoestima, los valores, las creencias y las experiencias previas. El temor a hacer el ridículo dificulta a la persona para actuar de modo natural y esa ausencia de naturalidad puede conllevar, paradójicamente, una actuación que resulte ridícula. Es importante ser conscientes de que, en general, los auditorios sienten empatía por los ponentes que parecen inseguros y ese comportamiento es contradictorio con el que realmente esperaríamos como reacción: el desprecio o la burla.

MIEDO A LO DESCONOCIDO

No sabemos lo que va a ocurrir. Si nos paramos a pensar un instante, ¿en qué situaciones de la vida sabemos lo que va a pasar antes de que suceda? Que yo sepa, ¡NUNCA! ¿Por qué no le tenemos miedo a lo que nos pueda pasar dentro de un rato cuando vayamos a cruzar la calle? ¿Por qué no tememos lo que nos deparará cuando nos levantemos mañana de la cama? Recuerda siempre: lo que es desconocido deja de serlo en cuanto lo descubrimos. Por tanto, ¡a por ello!

Algunas estrategias.

1. Utiliza el método KISS que muestra el autor José M. Palomares en su libro "Hablar en público para Dummies". Significa " Hazlo claro y directo". No te compliques la vida. Einstein decía que si no lo puedes explicar de forma sencilla es que no lo entiendes bien. Por tanto, presentación o mensaje claros,  directos y breves.

2. Preparación. Ten en cuenta algo fundamental: Tú eres el que MÁS sabe del asunto del que vas a tratar. ¡Es cierto! Tú eres el que lo ha preparado por lo que, aunque los demás sean expertos en la materia, tú eres el experto de tu presentación. No intentes nunca memorizar pero sí automatizar. Recuerda siempre que hasta la espontaneidad deberás llevarla preparada.

3. Practicar, practicar, practicar. Debes aprovechar cualquier oportunidad para hablar delante de la gente. Empieza contándole lo que has hecho en el día a tu espejo —en voz alta, claro, no vale susurrar—. Te garantizo que si no te sientes ridículo hablándote a ti mismo, habrás ganado una gran batalla al miedo escénico. Luego hazlo con tus amigos y familiares. Incorpora anécdotas, bromas, etc. En cuanto sientas que fluye tu naturalidad, verás que todo resulta más fácil y perderás el miedo al RIDÍCULO.

4 Para vencer el miedo a lo DESCONOCIDO deberás CONOCER. Conocer el tema del que vas a tratar —prepararlo bien para dominarlo—, conocer el auditorio al que te vas a dirigir y cuales son sus expectativas, tiempo del que dispones, lugar de celebración, tecnología, etc.

5. Como ya has leído, el BLOQUEO lo produce el propio miedo, al actuar sobre tu fisiología. Por tanto, la mejor manera de vencerlo es no sintiendo miedo. Pero, ¿cómo se consigue? te preguntarás. Practica alguna o todas las siguientes tácticas:

           5.1 Respiración. La práctica del control de la respiración es de gran efectividad. Realiza ejercicios concentrándote exclusivamente en el aire que entra y sale de tus pulmones. Deja la mente en blanco y céntrate en los movimientos que realiza todo tu organismo. Conseguirás acompasarla y ralentizar el ritmo cardiaco permitiendo que el flujo sanguíneo llegue a tu córtex cerebral.

        5.2 Realiza algún ejercicio físico. El ejercicio produce endorfinas que participan en la generación de sensaciones placenteras en nuestro organismo. Al sentirnos bien, nuestros pensamientos se tornan más positivos y esto nos ayuda a enfrentarnos a los retos.

             5.3. Establece algún anclaje emocional. Realmente funciona. Debes realizarlo en algún sitio tranquilo, sin que nadie te moleste. Recuerda algún momento de tu vida en el que te sintieras realmente feliz. Intenta recrear todas y cada una de las situaciones hasta que percibas, incluso, las emociones que te acompañaban. Cuando lo consigas, realiza un anclaje. Puede consistir en tocarte una parte del brazo o, incluso, acompañar el momento con alguna canción que siempre te haya gustado o te resulte motivadora. Si lo consigues, en el momento en el que sientas temor, escucha la canción o toca el lugar de tu brazo que previamente anclaste, y regresarán a tu organismo las emociones positivas. ¡Pruébalo!

            5.4 Intención paradójica. Como ya te he comentado, el propio miedo a bloquearte genera una ansiedad anticipatoria que prepara a tu organismo para el bloqueo. Está claro que si tu objetivo fuera bloquearte, no le tendrías miedo, ¿verdad? No tememos aquello que hacemos a propósito. Aprovecha esta estrategia cuando ensayes y practiques. Busca equivocarte queriéndolo. Cuando veas que no es tan fácil cuando te lo propones, te resultará fácil manejarlo. 

Winston Churchill fue famoso, entre otras cosas, por sus grandes dotes como comunicador. Sin embargo, tenía también grandes limitaciones que llegó a solventar creando un estilo de comunicación propio. Así, por ejemplo, afrontó su balbuceo vacilando intencionadamente a lo largo de sus intervenciones.

Ya sabes:

  • Respira
  • Haz ejercicio.
  • Ancla tus emociones positivas.
  • Practica, practica, practica.
  • Busca el error intencionadamente
  • Sobre todo... sé tú mismo.









domingo, 2 de marzo de 2014

¿Quién es el que tiene la razón?

"Nada es verdad ni es mentira. Todo se ve según el cristal con que se mira".  

Este refrán clásico es fiel reflejo de lo que representan las realidades para cada individuo. Es frecuente que cuando nos enfrascamos en una discusión intentemos imponer nuestro criterio porque, en definitiva, siempre queremos tener la razón.

Debemos tomar conciencia de que muchos elementos ya incorporados en nuestra vida nos hacen disfrutar de una perspectiva de la realidad que siempre será diferente a la de los demás, que tendrán la suya.

Algunos de los elementos que influyen son: nuestros valores, experiencias previas, cultura, educación.

Aquí comparto con vosotros un cuento tradicional Oriental que permite una reflexión acerca de esta cuestión. Sin embargo, en vuestro día a día encontraréis distintas experiencias que os permitirán reconocer estas circunstancias.


Cuenta la historia que dos monjes paseaban por el jardín de su monasterio, conversando sobre asuntos intrascendentes, cuando uno de ellos paró el pie un segundo antes de aplastar un hermoso caracol que cruzaba por el húmedo sendero. Con delicada precisión tomó al desorientado animalito entre sus dedos índice y pulgar y lo miró tiernamente. El monje se sintió feliz de no haber interrumpido el ciclo de vida y muerte de ese pequeño destino. Delicadamente, lo colocó encima de una fresca lechuga.

Sonriente, miró a su compañero buscando su complacencia, pero se encontró un rostro frío que arqueaba una ceja.

—¡Inconsciente!— le incriminó éste. —Ahora, salvando a ese insignificante caracol, pones en peligro el huerto de lechugas que nuestro jardinero cultiva con tanto esmero.

Ambos monjes discutieron acaloradamente bajo la curiosa mirada de otro que se acercó a arbitrar la disputa. Como no conseguían ponerse de acuerdo, este último propuso contar lo sucedido al gran sacerdote. Él sería bastante sabio para decidir cual de los dos tenía razón.

Se dirigieron los tres a ver al anciano y el primer monje expuso el caso.

—Has hecho bien. Era lo que convenía hacer— contestó el sacerdote.

El segundo monje dio un brinco.

—¿Cómo?— exclamó. —¿Salvar a un devorador de ensaladas? ¿Eso es lo que convenía hacer? Deberíamos haber proseguido nuestro camino sin importarnos si aplastábamos aquel minúsculo caracol. Eso habría protegido el trabajo del jardinero, gracias al cual tenemos todos los días buenos alimentos para comer.

El gran sacerdote escuchó, movió pensativo la cabeza y dijo:

—Es verdad. Es lo que convenía haber hecho. Tienes razón.

El tercer monje, que había permanecido en silencio hasta entonces, se adelantó.

—Pero ¡si sus puntos de vista son diametralmente opuestos!— dijo. —¿Cómo pueden tener razón los dos?

El gran sacerdote miró largamente al tercer monje. Reflexionó, movió la cabeza y con una cálida sonrisa en su rostro sentenció:

—Es verdad, también tú tienes razón.









domingo, 23 de febrero de 2014

10 ideas para que tu vida cobre sentido.

"La vida de toda persona es una sucesión de oportunidades única para alcanzar un sentido" Víctor Frankl.

Muchas personas definen sus vidas como aburridas y sin sentido. A estas personas las invito a reflexionar acerca de esa creencia y a revisar las acciones que desarrollan en su día a día. Tal vez esperan que algo mágico suceda o que el entorno que les rodea se vuelva hacia ellos y les considere el centro del universo. Sabemos que la vida no funciona así. Nosotros creamos nuestra propia existencia y no podemos esperar que lo hagan otros. Como dijo Victor Frankl, un psicólogo que supo aprovechar su terrible experiencia en un campo de concentración nazi para encontrar el verdadero sentido de su vida, debemos aprovechar cada una de las oportunidades que se nos presentan. 

Algunas ideas para sacar el máximo provecho y encontrar un verdadero sentido a tu vida pueden ser las siguientes:

1. Sé y siéntete responsable de todas tus acciones. Sobre todo, no esperes que los demás diseñen tu vida y decidan por ti cómo debes sentirte. Elige tú, sé protagonista y asume con responsabilidad las consecuencias.

2. Quédate siempre con lo aprendido. Para ello, debes acostumbrarte a terminar aquello que empiezas. No dejes las cosas a medias ya que nunca conocerás cuál habría sido el resultado y, por tanto, no extraerás aprendizaje alguno.

3. Valora todas las experiencias de tu vida, tanto las agradables como las desagradables.

4. Mira en tu interior y obsérvate continuamente. Sólo así serás capaz de descubrir lo que te apasiona y cuales son tus talentos. Una vez que lo consigues, tu vida resultará impresionante.

5. Celebra las diferencias. Si buscas siempre las mismas cosas desaprovecharás muchas oportunidades. Tanto las situaciones como las personas nuevas y distintas a lo que ya conoces, te aportarán nuevas experiencias. Estas nuevas experiencias le darán también un sentido a tu vida.

6. Si crees en algo, ve a por ello. No te dejes influenciar. Olvídate del qué dirán. Los demás tienen que vivir su vida y, por tanto, tú la tuya.

7. No temas las equivocaciones. Los aciertos no generan aprendizaje. Los errores son la mayor experiencia de la vida. Las personas de mayor éxito son aquellas que más veces se han equivocado. Los errores de los demás no te sirven a ti. Eso sí, intenta no tropezar dos veces en la misma piedra. Tal y como decía Einstein: " No hay nada que sea un signo más claro de demencia que hacer algo una y otra vez y esperar que los resultados sean diferentes".

8. Aprende a respirar. Parece una tontería pero no lo es. Respirar es la esencia de la vida. Dedícale un tiempo cada día a cerrar los ojos y concentrarte en el acto de la respiración. Presta atencion a cómo el aire llega a tus pulmones y cómo sale nuevamente al exterior. Ese ejercicio te permitirá aprender a centrarte y a regular tus estados de ánimo.

9. No dejes nunca de aprender. Cada día proponte aprender alguna cosa nueva y afianzarla para ponerla en práctica. Imagínate 365 nuevas ideas o conceptos o formas de hacer las cosas, cada año.

10. Da siempre lo mejor de ti mismo. Si lo haces, valorarás cada una de tus acciones, sea la que sea e independientemente del resultado. Te sentirás orgulloso de ti mismo y contribuirá a tu felicidad y a la de los que te rodean.

Ya sabes: no esperes más y encuentra el sentido de tu vida.