miércoles, 22 de mayo de 2013

Estoy en crisis. ¿Por qué me pasa esto? ¿Qué hago?

Cuando nos enfrentamos a una situación de crisis en nuestras vidas: perder un trabajo, divorcio o separación, fracaso en los estudios, etc, habitualmente nos sentimos abatidos, nos castigamos a nosotros mismos y, en muchísimas ocasiones, nos convencemos  de que esa situación perdurará inevitablemente. Es probable que imaginemos que no vamos a ser capaces de sobreponernos y, si dejamos que estos pensamientos nos dominen, entraremos en una espiral de abandono, negatividad y desesperación.

¿Qué le ocurre a nuestro cerebro en esos momentos?

Ante situaciones nuevas de incertidumbre o crisis, la realidad cambia con respecto a cómo la veíamos anteriormente. Ya no nos sirve nuestro mapa previo y, en ese momento, se pone en marcha uno de los dos mecanismos que nuestro cerebro utiliza para que nos podamos enfrentar a ella.

El mecanismo más interesante es el de la ADAPTACIÓN. Éste es el que nos ha permitido evolucionar a lo largo de la historia y se alimenta fundamentalmente de nuestro interés por sobrevivir en situaciones que nos son novedosas. Todos los mecanismos cerebrales se ponen en marcha y se acrecienta nuestro ESPÍRITU EXPLORADOR, para poder investigar el nuevo entorno; nuestra capacidad de ATENCIÓN para obtener más datos de la realidad que nos rodea; mejoramos nuestra capacidad de APRENDIZAJE para cometer menos errores y aprender de los que no podamos evitar y se estimula nuestra CREATIVIDAD. Todo esto tiene lugar por un cambio drástico de nuestro funcionamiento cerebral.

Todos aquellos que perciban esos cambios como una oportunidad para reinventarse, se adaptarán con más facilidad y serán los que tendrán más oportunidades de sobrevivir y triunfar.

Cuando este cambio de situación lo percibimos como una agresión directa hacia nuestra persona, nuestros pensamientos negativos estimulan de forma mantenida una estructura de nuestro cerebro que también se pone en marcha en situaciones como las de el ataque por parte de un animal salvaje. 



Si estuviéramos en plena selva y nos atacara un león, nuestra corteza cerebral, que es la encargada de nuestros pensamientos lógicos, reflexiones, creatividad, etc, deja el control a la amígdala, estructura diminuta que activa automáticamente uno de los tres sistemas de alerta para nuestra supervivencia: ataque, huída o bloqueo. En esos momentos, nuestra musculatura precisa un aporte adicional de sangre y el mecanismo que controla la amígdala permite privar de esa sangre a estructuras del organismo para las que, en esas circunstancias, no es necesaria. Está claro que no podemos pararnos a pensar cómo negociar con el león; sencillamente intentamos sobrevivir.

El mecanismo químico que tiene lugar en el organismo es la producción de ACTH que activa el sistema nervioso simpático y provoca la producción de noradrenalina, adrenalina y cortisol por parte de las glándulas suprarrenales y son estas sustancias las que desencadenan los mecanismos anteriores que permiten a la musculatura y otras estructuras corporales implicadas, actuar.

Este mecanismo es el de SUPERVIVENCIA y si bien se trata de un proceso imprescindible para el ser humano, debemos entender que lo sea sólo en aquellas circunstancias de verdadero peligro inminente.

La cuestión es que el área cerebral en la que procesamos los pensamientos negativos se encuentra muy próxima a la que genera sentimientos del mismo calibre y que se encarga de activar la amígdala por lo que, cuando nuestros pensamientos negativos son mantenidos en el tiempo, nos empezamos a sentir mal y ésta ya no actuará en modo de alarma sino que desencadenará el conocido como secuestro amigdalar. Toma el control de nuestro cerebro y comienza el cambio químico en nuestra sangre, respondiendo nuestro organismo del mismo modo que en la situación en la que el león nos atacaba.

Ahora nos sentimos irritables, respondemos agresivamente ante cualquier pequeño estímulo, nos bloqueamos ante la presencia de oportunidades interesantes y somos incapaces —al haber tomado el control la amígdala— de pensar, reflexionar y tomar decisiones coherentes.

¿Te suena de algo esta situación?

Si este proceso se convierte en algo crónico, no sólo peligra nuestra capacidad para crecer y sobreponernos sino que, además, empieza a mermar el funcionamiento de nuestro organismo. Aparecerán problemas digestivos, trastornos reproductivos, riesgo cardíaco, etc. Además, la producción sostenida de cortisol reducirá nuestra capacidad de protegernos ante las enfermedades infecto contagiosas y determinados tumores. Esta circunstancia tiene lugar porque el cortisol bloquea la capacidad de nuestras células defensivas.

En definitiva, los pensamientos negativos ante situaciones de crisis o incertidumbre no solamente no nos permiten encontrar soluciones sino que reduce nuestra salud y entramos en un círculo vicioso que nos puede llevar a la devastación como personas.

¿Qué puedes hacer?

1. Desactiva tus pensamientos negativos. Intenta recordar situaciones complicadas en las que supiste sacar tus recursos para superarlas y utilízalos.

2. Practica ejercicio físico ya que éste permite la producción de oxitocina que bloquea el funcionamiento de la amígdala.

3. Aléjate de personas que transmitan negatividad ya que, aunque pienses que éstos comprenderán tu situación, lo único que harán será aspirar la escasa energía con la que cuentas.

4. ¡Ojo! con la información de la que te alimentas. Recuerda que, aunque no te des cuenta, tu subconsciente está captando todo aquello que te rodea y lo utilizará como recurso cuando tu consciente no se encuentre capacitado para actuar. Éste echará manó de todo lo que esté almacenado en nuestro "disco duro" cerebral (nuestro subconsciente) y extraerá todo aquello que tú le hayas incorporado.

5. Cambia tu forma de hablar utilizando un lenguaje proactivo en lugar de reactivo: no vale decirte "no podré"; prueba a decirte: "exploraré todas las posibilidades", etc.

En definitiva, tú decides siempre cómo enfrentarte a lo que se te presenta en el día a día. Cualquier problema real debe ser afrontado; si no, ¿cómo va a ser resuelto?

" si el problema tiene solución, ¿por qué te preocupas? Y, si no lo tiene, ¿por qué te preocupas?"



3 comentarios:

  1. Muchísimas gracias por este artículo. Me resulta muy práctico ya que muchas veces no soy capaz de darme cuenta de las cosas y pienso que los consejos que me dan son filosofía pura.

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  2. Gracias por este articulo .Es sumamente interesante.

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  3. Me parece un artículo muy práctico y voy a poner en marcha lo de los pensamientos. Nunca pensé que fueran tan importantes. Gracias

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