
¿Qué es lo que nos mueve en la vida?
Esta es una pregunta que habitualmente no nos hacemos pero que, sin embargo, es una de las claves de nuestro crecimiento como personas. Existen múltiples teorías que intentan explicarnos los fundamentos en los que se basa la motivación en el ser humano, pero todas ellas coinciden en que si bien a cada uno nos mueven aspectos diferentes, existen necesidades y deseos primarios en el ser humano.
La teoría más conocida es la de Abraham Maslow que considera que debemos ir superando una serie de etapas para que nuestra motivación pueda dirigirse hacia otras de índole superior. La primera etapa es la de las necesidades fisiológicas (alimento, vestido...); posteriormente nos encontramos la seguridad (estabilidad económica, evitar riesgos y daños físicos...); a continuación, la etapa de la socialización (compañerismo, aceptación, pertenencia); pasamos a la etapa del reconocimiento (estima, prestigio...) y, por último, la autorrealización (independencia, competencia, oportunidad...). Cuantas más etapas tengamos satisfechas, mucho más elevada será nuestra motivación.

Debemos reconocer cual es el deseo primario que queremos satisfacer, valorar el incentivo que conseguiremos y adecuar la tarea a nuestras posibilidades de acción.
Esta es una manera muy simplista de hacer referencia a la motivación pero si somos capaces de reflexionar sobre cada uno de estos aspectos, seguro podremos conseguir descubrir nuestras propias fuentes de motivación.