sábado, 27 de octubre de 2012

"Las Águilas deben volar". Fábula de nuestro sistema educativo

Hoy voy a contaros una fábula que refleja nuestro actual sistema educativo en relación a la protección y desarrollo de talentos.

Tiene lugar en la selva donde los animales, interesados en desarrollar su propia comunidad, intentan generar una mecánica de aprendizaje que consiga que todos estén preparados para afrontar cualquier situación que pueda amenazarles y construir una selva próspera.

El León, como máximo exponente, decide que los conocimientos que todos los animales deben poseer, deberán ser aquellos que realmente aporten un valor al conjunto de los habitantes del lugar. Deberán aprender a correr, escalar, nadar y volar. Estas serán las claves del éxito y, para ello,  pone en marcha un programa educativo a tal fin.

El Pato, excelente nadador, tenía muchas dificultades para correr pero no quería ser menos que los demás, por lo que se esforzaba tenazmente y le dedicaba muchas horas al día a practicar. Las patas se le hinchaban cada vez más y, cuando intentó nadar en las clases de natación, se había vuelto torpe en esta actividad.

El Conejo, gran velocista en las clases de atletismo, sufrió un tremendo estrés intentando aprender a nadar y llegó a perder interés por la habilidad que poseía al inicio de los programas de entrenamiento.

La Ardilla, excelente escaladora, se lesionó en las clases de vuelo y se frustraba en las de atletismo y natación por lo que quedó prácticamente convencida de que no llegaría a ser un miembro productivo dentro de la comunidad.

El Águila, por su parte, llegó a atrofiar sus alas por una reducción importante de su uso y estuvo a punto de ahogarse en las prácticas de natación.

Cuando concluyó el programa, al final del ejercicio, reinaba una auténtica sensación de desánimo entre todos los participantes. Sin embargo, el León no quería darse por vencido y prosiguió en su afán de conseguir una comunidad donde todos sus miembros tuviesen las mismas "oportunidades" sin escuchar a aquellos que le decían que lo importante no era tener un equipo en el que todos supieran y se dedicaran a lo mismo, sino que se debían conocer los talentos y habilidades naturales de cada uno de ellos y promover que las desarrollaran hasta su máximo potencial.

El León se mantuvo en su idea inicial y, por supuesto, la selva de la que era máximo responsable, perdió competitividad con el resto de lugares en los que sí se habían percatado de la importancia del desarrollo de talentos.

¿Os suena esta fábula? Sigo creyendo la máxima que nos enseña el sentido común: "las águilas deben volar"






domingo, 14 de octubre de 2012

Una vida de pasión. Entrevista a Gillian Lynne


Guillian Lyne es un personaje peculiar que, probablemente, a muy pocos os resulte conocido. Esta grandísima bailarina y coreógrafa, es la responsable de los maravillosos y espectaculares movimientos de los bailarines de Cats, uno de los más famosos musicales de la historia.

Guillian, como todos los personajes de la sección de "protagonistas", descubrió su talento cuando era niña y su pasión y el trabajo duro, la han llevado a convertirse en un personaje excepcional. Le hemos realizado una entrevista ficticia con información real.

Al final de esta entrevista os podéis encontrar un vídeo con un resumen de la misma, acompañado de escenas del musical “Cats” y la obertura de “El Fantasma de la Ópera”.


Guillian, cuéntanos cómo fue tu infancia. 

Mi infancia siempre fue muy feliz en casa. Sin embargo, en el colegio era un auténtico desastre. Mi caligrafía era pésima, entregaba los deberes tarde y reconozco que me aburría tremendamente. Decían que causaba grandes molestias al resto de los compañeros de clase ya que nunca podía mantenerme quieta.

¿Había alguna actividad que te gustara especialmente?

Sinceramente, creo que nunca hubiera llegado a ser consciente de nada en especial de no haber sido por el psicólogo al que me llevó mi madre precisamente por mis problemas de concentración en el colegio. 

Cuéntanos qué fue lo que ocurrió.

Yo tenía ocho años y todos pensaban que debía ingresar en una escuela de educación especial. Mi madre decidió llevarme a un psicólogo. Una vez allí y tras hablar éste con mi madre, decidieron dejarme sola durante un rato. Empecé a oír una música que, como por arte de magia, movía todo mi cuerpo casi sin ser consciente. Me sentía feliz y habría deseado, en ese mismo instante, que el tiempo se parara y nadie regresara por mí. Según me enteré después, mi madre y el psicólogo me observaron durante ese mágico momento y el diagnóstico concluyó que no tenía ningún problema pero que el baile era realmente lo  que yo necesitaba.

domingo, 7 de octubre de 2012

Andrés y su talento secreto. Manifiesto en favor del Bachillerato de Artes Escénicas




 Cuando era pequeño, odiaba ir a clase. No entendía para qué me servía pasarme horas y horas escuchando hablar a los profesores sin que apenas pudiéramos abrir la boca. Me aburría y mi imaginación me desconectaba de la realidad para vivir aventuras paralelas donde los dragones, las princesas y los magos, ocupaban mi mundo. De vez en cuando, el profesor de turno dejaba de hablar, miraba hacia mí y me preguntaba:  

-Andrés,  ¿cuánto es la raíz cuadrada de cincuenta y cuatro?

Yo hacía un alto en el camino de salvar a mi princesa y la realidad me indicaba que probablemente era un ser extraño y que por eso casi no tenía amigos.

-No vas a ser nadie en esta vida si no te aplicas con tus estudios. Siempre estás distraído, como en otro mundo.

Los compañeros me miraban y sonreían haciéndose muecas entre ellos lo que me hacía sentir aún peor.

Los profesores hablaban mucho con mis padres y ellos me castigaban por las tardes lo que para mí no suponía un problema ya que me permitía trasladar a mi maravilloso cuaderno que, por supuesto, mantenía escondido,  todas aquellas aventuras que se colaban en mi cerebro en las tediosas horas de la mañana.

En las evaluaciones me señalaron como un chico poco inteligente, problemático, asocial y, probablemente, con un futuro abocado al fracaso. Y yo me lo creí.

Por supuesto, fracasé en mis estudios, empece a trabajar en una fábrica de inodoros desde los dieciséis años y lo único que me permite sentirme yo mismo y comprender que en realidad la vida tiene sentido, es escribir historias mías y otras inventadas que, probablemente, jamás saldrán de mi cuaderno.

Esta es la vida de Andrés y, seguramente, la de muchas otras personas que nunca pudieron desarrollar sus talentos, bien porque nadie creía en ellos, bien porque jamás les dieron una oportunidad o, sencillamente, porque nadie escuchó lo que llevaba dentro.

Hace unos años, un Instituto de Madrid, el IES Rayuela de Móstoles, puso en marcha un proyecto pionero en el que se ofertaba la posibilidad de acceder a un  Bachillerato alternativo, el Bachillerato de Artes Escénicas, Música y Danza. Se trata de un Bachillerato que permite a muchos jóvenes la posibilidad de dirigir sus talentos hacia lo que realmente desean para sus vidas y que, por tanto, inyecta en ellos un plus de motivación e interés por encima de lo habitual.