Nuestra mente parece tener siempre una gran actividad. Permanentemente se encuentra ocupada trabajando, deliberando, decidiendo, juzgando, etc. Si pensamos y reflexionamos sobre ello, podremos comprobar que es cierto. Incluso cuando nos encontramos en silencio, o durmiendo, nuestra mente sigue trabajando.
Disponemos de una mente consciente y una subconsciente:
La mente consciente, es la mente lógica, racional o pensante. Se encarga de programar todos nuestros actos y de tomar nuestras decisiones.
La mente subconsciente es la instintiva o intuitiva. Es el disco duro o centro de la memoria y, por tanto, es nuestra mente programable.
La mente consciente juega el papel de juez; evalúa la importancia de la información que nos llega del mundo exterior y la acepta o la rechaza. Se encarga de razonar, de formar juicios y tomar decisiones. Sin embargo, sólo constituye entre un 5 y un 10% del total y en ella toman forma nuestros pensamientos racionales. Una de las tareas más importantes que realiza es la de programar nuestro subconsciente y lo que hacemos cuando aceptamos cualquier idea como una verdad incuestionable o establecemos creencias acerca del mundo, acerca de otras personas o de nosotros mismos; también, cuando nos fijamos metas. Toda la información que recibimos del exterior constituye programas mentales que van a parar al disco duro de la mente subconsciente. La mente subconsciente no puede autoprogramarse o proveerse ella misma con instrucciones a menos que sean puestas ahí por la mente consciente.
La mente subconsciente constituye el otro 90-95% y se encarga de grabar, guardar y recordar información. No tiene el poder de rechazar nada ya que no distingue entre lo que es bueno y lo que es malo o si lo que está guardando es real o imaginario. Acepta toda la información con el mismo valor y lo guarda en la memoria como lo haría cualquier ordenador. Todos los pensamientos negativos tienen para ella el mismo valor que los positivos.